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jueves, 11 de agosto de 2016

CORAZÓN DE PARTISANO (1987-2010). IN MEMORIAM


Andres E. Barbosa durante la época de Corazón de Partisano  
Conocí a Andrés Eduardo Barbosa a comienzos de 2004. Entonces hacíamos parte de un grupo de entusiastas que iniciaban la licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional. Recuerdo que en uno de los primeros seminarios del semestre durante la charla del docente a cargo, me llamó la atención que quien estaba a mi lado se encontraba leyendo de manera sucinta una copia de "espadas como labios” del poeta sevillano Vicente Aleixandre, un singular libro del cual tenía información desde el colegio. Luego de la clase, abordé a Andrés y le pregunté respecto a su libro. De aquella corta charla se iniciaría una amistad marcada principalmente por las inquietudes y búsqueda de certidumbres propias de la carrera, la vida y del optimismo tan característico y esperable de aquel momento generacional.

Con el paso de los semestres, el ambiente universitario aunque familiar se tornaba cada vez más enrarecido y polarizado. El avance del discurso y práctica de los estudios culturales dentro del departamento despertó gran debate durante las clases, además, fuera del aula, el predecible discurso de algunos estudiantes “bien amaestrados” por la JUCO (entre otras organizaciones), se exponía hasta la saciedad dentro y fuera de los  “mítines” que más parecían una oda a la poesía barroca  para luego pasar a un santoral de carácter estalinista. Esta era la praxis del discurso por demás, anacrónico de la izquierda más retardataria y obtusa. Pasaba lo mismo con los hechos teatrales de la ultraderecha y el fascismo que también mostraban los dientes con sus jóvenes seguidores que más perecían perros rabiosos queriendo liberarse del bozal de su amo para mostrarle su fidelidad y compromiso frente a la masa. Todo esto estaba armonizado por “la mano de hierro” del rector de entonces, Una perfecta sincronía del sectarismo. En este contexto, debatir desde otro punto de vista no era la norma, además de ser claramente un riesgo de seguridad y un tormento en la otra parte: el del resto de los estudiantes, en su mayoría abstraídos de la realidad circundante en la universidad y de sus propias vidas. Pero con Andrés era posible dialogar en el más amplio sentido del término. De aquellas charlas supe de su lejanía dialéctica con el Partido Comunista, (o bueno los estertores de este) del que fue miembro y se alejó por la imposición de la férrea disciplina respecto a la militancia. A pesar de ello, su lectura del Manifiesto Comunista y algunas obras de Marx y Engels, no cesó. Esto lo llevó a desarrollar un gran interés por el idealismo y el materialismo alemanes, como dos esfuerzos, uno abstracto y otro científico encaminados hacia un mismo fin: el imparable avance del pensamiento moderno occidental. Su ateísmo se vio fuertemente influenciado por la vida y teoría del filósofo alemán Ludwig Feuerbach, de quien varias veces citaba con efusividad sus tesis sobre la historia. A Hegel lo describía como un personaje indescifrable y místico, quien al igual que Johann Gottlieb Fichte, eran “adelantados a su tiempo”. Estaba claro entonces, su deseo y compromiso con ser filosofo.

De esta época, recuerdo hablar con él sobre lo simpático y al mismo tiempo atractivo que era en boca de nuestras bellas y deseables compañeras de clase el argumento de que  “Marx había puesto de cabeza a Hegel”. Interactuar con ellas fue un cálido y afortunado bálsamo en ese áspero ambiente. La lectura y escritura eran un acto de carácter secreto  y personal para él. Su disciplina era de verdad, no era extraño verle en cualquier parte de la universidad siempre escribiendo, siempre solo, siempre trabajando. La vida anterior a la universidad no le fue fácil. Así lo dejaba entrever aunque de manera tímida y borrosa. De su relación de “corta duración”  con “la dama de los cabellos ardientes” solo quedó su gusto “de larga duración” por los cigarrillos Pielroja, siempre presentes en su bolsillo izquierdo al lado de su corazón. Con Andrés, los diálogos eran especialmente  fluidos, escucharlo era un ejercicio interesante y singular por el hecho de que venía de un adolescente. Andrés tenía por entonces solo 19 años.

Sus primeros poemas los declamó en el campus de la universidad aprovechando los entremeses de los “mítines”.  A esto le siguió la publicación de  estos en los murales de las facultades de la universidad y en cuanta pared se pudiera. Estaban firmados bajo el seudónimo Corazón de Partisano. A partir de allí, la aparición semanal de sus poemas se hizo constante, y su difusión traspasó los muros de la facultad y de la universidad. Para ese momento, Andrés seguía siendo un optimista de la vida y un  escéptico de las ideologías más radicales de la izquierda. Su escritura se mostraba como un campo de lucha con la indiferencia, la injusticia y el absurdo en la vida y la sociedad. La poesía era un campo mucho más amplio, generoso y prolífico para su pensamiento. Esta representaba el sendero predilecto de su proyecto de vida, construido desde que tenía conciencia de ser un espíritu libre.

Para mí, Andrés Eduardo Barbosa  ha sido una de las pocas personas con las que he tenido la oportunidad de dialogar y aprender. Una rara ave que mostraba el carácter y la sabiduría para crear un ambiente donde  expresar y escuchar como hechos concretos se desarrollaban alejados del chauvinismo rampante y miserable que rondaba intensa y raudamente el ambiente universitario. Tal hecho, en él, venía y se nutría de la inusual y excepcional relación con su mama, Mercedes Vivas. Ella lo conocía mejor que nadie y logró imprimirle ese carácter noble, tranquilo, pacífico y a la vez combativo que todos apreciábamos. Ella era además su confidente, su mejor amiga. Mercedes Vivas fue su alma gemela y principal apoyo y motivación. Por eso, solo ella podría entender y mantener vivo su legado. Frente al dolor eterno de perder un hijo, ella revirtió el carácter tímido de su espíritu hacia lo más combativo e inagotable de su esfuerzo en este campo de lucha que es la vida. El acto de la liberación de las cenizas de su hijo al mar es un acto conmovedor y valeroso. Esta mujer es única. Su práctica de resiliencia al declamar los poemas de su hijo y en cada una de sus acciones muestra como solo el amor de una madre es capaz de atravesar los más grandes obstáculos, entre esos, los megalitos que trae consigo la soledad del corazón.

Andres durante la presentación de La Desmesura. 2009
Debido a mi carácter y opiniones respecto al status quo del departamento fuí relegado un semestre, lo cual me alejó un poco del proceso creativo de la segunda parte del trabajo de Andrés. No obstante, no me es extraño ver en su obra fuertes influencias que presencié en su momento, tal es el caso de entre otros, “Opio en las Nubes” de Rafael Chaparro que se convirtió en una biblia de mano momentánea, además del Nadaísmo donde de Gonzalo Arango representaba la ejemplarizante vida de un profeta pagano. Otra fuerte influencia la ejerció la obra de Barba-Jacob, Rubén Darío y Martí este último con su activismo político desde la poesía. No sobra mencionar que la vida y obra de Andrés Caicedo fueron argumento para afirmar lacónicamente el deseo de morir joven, aunque nunca como le sucedió, nunca así.

Además de lamentar la pérdida de la vida material lamento la pérdida de un talento de esos que son escasos, de esos que son raros, de esos que no están contaminados por la peste del narcisismo, de esos que ven más allá en ellos mismos y más allá de los demás y que estaba pendiente de materializar muchas más ideas. Su obra poética comprende los siguientes títulos: Desdóblate Silencio (2008), La Desmesura (2009), Rutas de Mujeres y Cáñamo (2010). Y los libros publicados de manera póstuma: La Ciudad del Vino (2010) ,Alucinaciones y Collages Poéticos (2013) Crisoles del Tiempo(2017).

Seis años han pasado desde su absurda partida. Desde entonces, algunos guardamos la esperanza inmarchitable de que Andrés desde el lugar donde se encuentre continúe haciendo méritos y decida tener alguna vez otra oportunidad . Porque nunca desfallecen las estrellas de la memoria, Andrés Eduardo Barbosa, aquí sigues vivo en nuestras mentes, respetado amigo.


CUANDO LAS BELLAS ALMAS ENTRISTECEN

Las bellas almas entristecen
Cuando despiertan no hay un recodo de la belleza en la tierra
Bocas hay que lo ven y no lo dicen
Y ojos acostumbrados que no lo saben.
Nadie sabe cómo responder
A las palmas expuestas sorprenden con golpes.
La vida cae entre sombras
Simula estar en conversaciones
Pero el ritmo interno es más lento
La tonalidad toma largos sentidos ante cada palabra
Difíciles de hallar entre recuerdos
Y el mundo demanda respuestas
Pero son tan distantes las incertidumbres del sentido que le damos a la vida……..


(Tomado de La Desmesura, 2009)