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lunes, 12 de diciembre de 2016

MEMORABILIA II:

 A LA MEMORIA DE “AMERIKO


Willie, 1966.
La mascota en el ambiente del fútbol además de ser un elemento decorativo y festivo intenta representar el sentimiento y los valores de un club, selección nacional o una competencia. Busca ser un puente entre el “sentir” del hincha y los valores que se intentan representar e identificar en una determinada práctica deportiva.  Además se convierte en un valioso “anzuelo” a la hora de involucrar a jóvenes seguidores para la simbología y el marketing deportivos. En el caso de los mundiales de fútbol,  la primera mascota apareció en el mundial de Inglaterra 1966, su nombre era “Willie”, un tierno e infantil león digno representante del orgullo monárquico y la nostalgia respecto al “imperio británico”, (o por lo que quedaba de él).  A partir de allí, el desfile de estos simpáticos personajes no paró y cada vez tomó más importancia en el escenario del naciente marketing deportivo multinacional.[1]  

 
Gardelito, 1987.
El continente americano no fue ajeno a este naciente fenómeno. Para la edición trigésima tercera de la Copa América de 1987 la sede le correspondió a la Argentina y  encontraríamos a “Gardelito” una versión infantil de Carlos Gardel. Desde allí en el torneo continental se buscó en cada una de sus ediciones que la mascota que representara el torneo tuviera per se elementos culturales autóctonos de cada una de las sedes. Una simple vista a la galería de mascotas del torneo de selecciones más antiguo del mundo así lo demuestra, salvo una excepción; la mascota de la Copa América de 2001 realizada en Colombia, esta mascota llevaría el nombre de “Ameriko”.[2]

Ameriko, 2001. 
Ameriko” desde el momento de su presentación en sociedad causó decepción, por así decirlo. Su estrambótica figura no concordaba con ningún elemento conocido del folclor, la fauna o la economía nacionales. Su diseño “fue mandado a hacer” con la ambición y el ardid de los negociantes (entiéndase directivos) de la Federación Colombiana de Fútbol, quienes solo eran y han sido  leales a sus intereses. Como resultado de este fenómeno de larga duración,  el extraño personaje sería una mascota lejana del corazón de los hinchas y ajena al sentimiento e imaginario nacionales que se querían proyectar para el torneo continental, que se realizaba por primera vez en el país. Sus grandes y almendrados ojos, su color azul y su enmarañado pelo color rojo causó el efecto contrario que debe causar una mascota, esto es, repulsión.
 
Max Caiman, 1994
En la corta historia de las mascotas creadas para “consumo interno”, una suerte parecida correría su predecesor, “Max Caimán”, aunque más longevo este regalo era el símbolo que la marca patrocinadora regalaría a la selección para animar sus victorias en la eliminatorias hacia el mundial de USA 94.  No es casual que Max haya sido un integrante de la familia de los lagartos, espécimen arto conocido en nuestro país y muy visible en los tiempos dorados de aquella selección de los 90. su tiempo de vida fue de 5 años, Max Caimán aunque más cercano al sentimiento popular debido a su “empuje” con el tiempo seria catalogado como “el ave” de mal agüero de la selección debido a su decidida vocación de “lagartear” los triunfos de la selección[3]. Con el fracaso de la selección en el mundial, la estantería se vino abajo y con ella nuestro “Max” pasó  a algún desván de la cervecería que lo mando crear dándole extraoficialmente su lugar de “mascota” a  El cole”, un hincha con disfraz de rocambolescas actitudes, que contó con la particularidad de  no haber dudado en viajar al mundial de Corea y Japón de 2002 aun no habiendo clasificado la musa de sus celebraciones y olímpicamente convertirse oficialmente en la “mascota” de la Selección Ecuatoriana.

La aparición de “Ameriko” y otros sospechosos contratos en los torneos de la región llevaron a la FIFA a diseñar de manera entera el esquema promocional y publicitario de sus torneos, de esta manera, se le retiro esa potestad a las federaciones locales americanas en el caso de los mundiales juveniles.
Ameriko y el publico: La antipatía fue inmediata
La mascota es algo si se quiere baladí, lo es, pero “Ameriko” fue un catalizador de eso que siempre ha rodeado al fútbol, simbólicamente fue como ese postre que terminó de amenizar una cena que no sabía bien, y (que por sus irregularidades) de una copa que dejo un mal sabor de boca.  Ahora, lo único que recordará la gente de aquel certamen de 2001 será como siempre sucede en el deporte, el resultado, Colombia levantó por fin un trofeo, no importara como, no importara que uno de nuestros vecinos a quien muchos le guardan admiración nos haya dado la espalda, solo importará que ganamos, fin de la historia oficial. Mientras tanto, en la historia de la cripta de los vencidos y en la de los damnificados habrá un lugar privilegiado para  Ameriko, quien compartirá el mausoleo con Max CaimánMillo (el mal ejercicio de populismo de los directivos de Millonarios por buscar una mascota para el conjunto embajador). Su lápida llevará como epitafio las sabias palabras del entonces presidente de la Federación Colombiana de Fútbol el recordado Álvaro Fina quien dijo de él (con el ánimo de evadir posibles demandas por parte de la multinacional dueña del anime): “Ameriko es primo de Pokemon, pero Pokemon no sabe”.

Tiempo después saldría  a la luz pública el origen de Ameriko. Este fue “aportado” por una de  agencia anodina de publicidad con sede en Miami. No extraña entonces lo sucedido luego. Adiós Ameriko, donde te encuentres, buen viaje, debes saber que nunca te quisimos, te sentimos como un apátrida (de hecho lo eras), buen viaje, solo fuiste una víctima del marketing enfermizo que te creó y que sigue experimentando sin ninguna culpa de sus chapuzas y maquinaciones con ese aun hermoso juego de la pelota. Que descanses en paz, que descanses eternamente Ameriko.









[1] La primera mascota de la Eurocopa  la encontramos en Italia 1980. Las mascotas pueden llegar a generar tal grado de afinidad y recordación entre los hinchas. Mundiales como España 1982  son usualmente recordados por su mascota: “naranjito” y por la inolvidable selección de Brasil de dicho año.
[2] Formalmente Ameriko se le define como un extraterrestre de color turquesa con ojos azules. Su nombre proviene de la traducción de "América" al esperanto.
[3] Arango, Samper, Garavito, (2008), Bestiario del Balón, el lado B del fútbol colombiano, Colombia, Editorial Aguilar, p. postales de nuestro fútbol.

lunes, 5 de diciembre de 2016

MEMORABILIA I:

 GENIALIDAD REPLICADA EN FREDDY RINCÓN Y EN YAYA TOURÉ

Rara vez hay dos jugadores tan parecidos en su juego y talento dentro del campo  y tan alejados en su valoración por parte de los aficionados y la prensa. Esta es una comparación de dos genios, dos futbolistas innovadores en su rol pero con suertes relativamente distintas, el primero en su legado y el segundo en su presente.


Hasta el pasado mundial de Brasil 2014, el más alto logro en la historia balompédica de Colombia estaba dominado por aquel recuerdo glorioso de la generación que integró la selección nacional durante la década de los noventa[1], que además, clasificó a tres mundiales y que obnubiló con su magia de conjunto e individual las pantallas y las tribunas. A esa generación le faltó aquel título que hiciera justicia a su juego y calidad pero como sabemos, este les fue esquivo. No obstante, este grupo fue el que abrió la ruta hacia la exportación y exposición de nuestros jugadores en Europa, aunque con variados resultados, este hecho no es menor si se tiene en cuenta el contexto socio-político del país y  el fenómeno de mediana duración que representó el “localismo”  del futbol colombiano hasta entonces.

Freddy Rincón en Italia 1990
Si bien las generaciones en el futbol casi siempre son cíclicas, en el caso de nuestro país el talento con la pelota de futbol ha sido una constante desde la profesionalización de nuestro campeonato. La lista de genios criollos de la pelota es amplia y generosa en variadas posiciones dentro del campo. No es raro escuchar verbigracia lo que hubiera sido de Willington Ortiz si hubiera logrado mostrar su talento en un club extranjero.[2] A manera de remembranza, Nuestro futbol tuvo un breve instante de grandeza y exposición mundial gracias a la traída de jugadores extranjeros[3] desde el sur del continente. Luego de esto el campeonato continuó como en su fundación; es decir, con un gran número de talentos inmersos en un futbol aislado del contexto internacional que tardaría mucho en convertirse en competitivo y ganador[4].   

La generación de la Selección Colombia de los noventa (1987-1998), contaba con un gran potencial de talentos en cada una de sus líneas pero había uno que marcaba su estilo, ese era Carlos Valderrama, su capitán.  Valderrama fue en su momento uno de los más grandes volantes de creación del planeta, en la época en que los módulos tácticos privilegiaban al volante que tenía la función de pisar el área contraria y crear la oportunidad de gol para el delantero, en su característica este jugador era lento casi por definición.
 Como sabemos, los módulos tácticos y las “filosofías” de los técnicos de futbol marcan las continuidades y las rupturas del mismo juego. Tal era el caso del “Futbol Total” de Johan Cruyff[5], que estaba poniendo en práctica como técnico del  FC Barcelona[6]. Dicha ruptura consistía en  potenciar el ataque en cada una de las líneas de un equipo, cada jugador debía pisar ambas áreas y convertirse en un atacante, “la aduana” del balón por parte del volante 10 iniciaría su decadencia y posterior extinción. En el caso del Barca el volante que tenía que recuperar y “sacar” el equipo, dar el primer pase en función de ataque, el primer atacante, el conocido volante mixto, era Josep Guardiola. Este equipo en la década del noventa marcaría la visión del nuevo futbol, del futbol que hoy se juega en gran parte del mundo. Una de los más grandes aportes de este equipo y de Cruyff fue la funcionalidad del volante mixto. Curiosamente quien con el tiempo sería el reemplazo natural de Guardiola en el campo fue otro de los más grandes jugadores de nuestro tiempo, me refiero a Xavi Hernández. El volante mixto teóricamente empieza una jugada desde el medio campo e idealmente debería concluirla en el mejor de los casos. En mi opinión, existe una jugada que materializa el concepto que rodea la función de un volante mixto, esta jugada ocurrió justamente con la Selección Colombia en el mundial de Italia 1990, en el gol del empate con Alemania, quien se involucró y terminó la jugada pasando de la defensa al ataque sin detenerse ni renunciar al circuito futbolístico que Valderrama estilizaba a su gusto, ese fue, Freddy Rincón[7]. Allí, en ese instante, con ese jugador, se encuentra la función de un volante mixto. Ese gol, no solo fue la firma rubricada de nuestro futbol en el escenario mundial, fue la confirmación de una ruptura en la visión y practica del futbol de elite.

Rincón en las eliminatorias Korea Japón 2002
Visto en perspectiva, Freddy Rincón fue uno de los primeros frutos del nuevo futbol donde la velocidad mental y física eran imperativos. Freddy fue un pionero espontaneo en la evolución de los volantes netos de marca y los volantes de creación. Rincón[8] fue uno de los primeros volantes mixtos con un carácter netamente ofensivo. Esta sin duda fue una época de transición y como toda transición la aceptación de estos nuevos talentos trae consigo el aval o la incomprensión. Es claro que para esta nueva concepción del juego Rincón era una ficha digna de mostrar, así lo vio Jorge Valdano al llevárselo del Napoli a Madrid. Desafortunadamente, su paso por el Real Madrid fue desafortunado. Para los Ultras, la barra brava del conjunto blanco, ver a un negro con la diez de su club que a su vez era sudaca se tornó en inadmisible, más allá del deseo de Valdano, el talento de Freddy fue despreciado.

Pero justicieramente la vida le dio a Freddy la oportunidad en un país leal a su juego y a su piel, Brasil. Allí él había integrado Palmeiras con gran éxito en 1994 antes de zarpar a Europa. Y volvió a este mismo equipo para 1996, para luego pasar al club de mayor hinchada del país, Corinthians. En el  “timao” Rincón se sintió como en su hogar, su liderazgo y su mejor forma futbolística se mostraron como nunca, esta vez, todo estuvo a favor del coloso de Buenaventura. En Corinthians lo ganó todo. Además de obtener todos los títulos en un club que estaba ávido de triunfos, su juego como volante mixto le hizo ganar el respeto y la capitanía del equipo paulista, y su punto más alto de gloria fue en el podio del mundial de clubes de 2000  recibiendo el trofeo. El seleccionador brasileño de entonces, Wanderley Luxemburgo lamentaría el no haberlo conocido antes para nacionalizarlo y ubicarlo dentro de las luminarias de la canarinha. Freddy se convirtió en el mejor jugador y el mejor pago de Brasil, merecidamente.    

Para las eliminatorias del mundial 2002 Corea y Japón la vuelta de Freddy a la Selección Colombia ocurrió tras el convencimiento del por aquel entonces técnico de la selección Luis Augusto “Chiqui” García. No obstante, su vuelta no fue tan grande como en los noventa, en la cancha del Campin vimos la presentación de un jugador rezagado y atado a una posición de destrucción y de no creación, en un equipo netamente defensivo y egoísta en ataque. Él  estaba más preocupado por su papel de estrella y líder del equipo que por rendir física y futbolísticamente en la cancha, tal vez porque jugaba de local en Bogotá, en un ambiente muy diferente a jugar a nivel del mar donde actuaba cada ocho días, al ataque.

Antes y después del fracaso de esta eliminatoria, se acrecentó la idea que además, venía tomando fuerza desde el 98, respecto de una necesaria renovación, en especial se creía que con el retiro de Valderrama (1998), y su posterior reemplazo “hecho sobre medida”, Giovanni Hernández, volveríamos por antonomasia a los años dorados de aquella generación. Ahora que lo recuerdo, fueron varios años e incontables horas de radio las que se  emplearon en esta causa perdida. El fútbol en el mundo era otro. El fútbol lírico había vivido sus últimos momentos en los noventa. Entonces, como es lógico, pasaría a mejor vida para el nuevo siglo. 

Yaya Toure en el Manchester City
Han pasado más de quince años desde el retiro de Rincón y como suele pasar en cualquier práctica deportiva las comparaciones especialmente de los más eximios talentos se hace inherente al juego mismo. Freddy pertenece a este selecto grupo de jugadores sin par, a esos que muestran como el talento vuelve lo complejo fácil, a esos, que convierten los planteamientos tácticos contrarios al ataque en elucubraciones inútiles a la hora de jugar con la pelota. Hasta hoy, solo hay un jugador, a mi juicio, que cuando está en el terreno de juego hace traer a la memoria la grandeza futbolística de Freddy Rincón. Ese jugador es el marfileño, Yaya Toure.  

Entre Toure y Rincón, hay claras diferencias: Freddy nació en Buenaventura en 1966 y entre el final de la carrera del colombiano y el comienzo dela carrera profesional del marfileño hay más de 12 años. Sin embargo, la razón que los une  es una que va más allá del tiempo, es la que se observa dentro de una cancha de futbol. Entre Toure y Rincón solo hay una sola razón para compararles, esta es la magia futbolística que han  desarrollado con  con la pelota en sus pies.

Yaya Toure tuvo una serie de factores en su carrera similares a los del coloso de Buenaventura, su paso por el FC Barcelona fue agridulce viéndose desplazado en la titular por un joven de las divisiones inferiores del club por ser esa la política de los azulgranas. Toure debió irse para Inglaterra hacia  el Manchester City, el “nuevo gigante hecho con las libras de los Emiratos”. Allí hemos visto desde su llegada (hace seis años), el crecimiento de un futbolista que en su máximo esplendor imprime a sus equipos fortaleza, liderazgo y gran despliegue a la hora de recuperar el balón y organizar el ataque. Él es quien saca y organiza el equipo en función ofensiva. Desde hace un tiempo Toure se ha convertido en el mejor volante mixto del mundo. En la función de ataque es él quien le da claridad a su equipo. Es un jugador imprescindible en los clubes de elite. No obstante, antes que él hubo un tipo, un individuo, un jugador que adelantado a su tiempo mostró el futuro de los volantes mixtos, para el fútbol contemporáneo.

Feddy en lo mas alto de su carrera, campeón con Corinthians del mundial de clubes del 2.000
Ambos (Rincón y Toure) son diestros, dueños de una pegada certera y potente, su fortaleza física bastante similar les permite ejercer presión y fortaleza en su posición dentro del campo de juego. En esta comparación hay un factor que tuvo Rincón y que Toure no tiene en igual medida y es la velocidad, Freddy fue uno de los jugadores más rápidos de su generación. Recuerdo hablar al respecto con Diego Barragán, (el preparador físico de la selección Colombia de los noventa), quien me comentó que en los métodos aplicados con la Selección Colombia de entonces eran de carácter meramente físico, no había trabajos con balón y en estos exigentes ejercicios el único jugador que no tuvo mayor problema en destacarse en ellos era Rincón, es más,  antes del inicio  de los partidos de eliminatoria para USA 94 él le pedía a Barragán cronometrar su tiempo en 100 metros, lo cual era un riesgo de lesión, pero para Rincón era la posibilidad de mejorar su marca del partido anterior.  En este aspecto Rincón aventaja a Toure.   

   
En el fútbol existe una diferencia entre ser el más importante jugador y ser el mejor jugador. En mi opinión Freddy fue el más destacado, el más completo, el mejor dentro de un grupo de extraordinarios talentos que marcaron historia. Pero, Rincón no fue el más importante, ese fue Carlos Valderrama. Rincón no corrió con una suerte que igualara su talento. Rincón fue un genio, una estrella en su tiempo opacada por la amplia difusión de la imagen, del estilo, de la identidad de la Selección Colombia, Carlos Valderrama. A pesar de este hecho, no temo decir que nació en el tiempo equivocado o lo que es mejor, él vivió poco para el fútbol. Seguramente si lo hubiera hecho en esta época en la que el fútbol es tremendamente mediático, y los prejuicios sobre los jugadores del tercer mundo están ya superados, él sería un diamante visto y apreciado en su real valor. Sin duda, gozaría de un reconocimiento un poco más reflexivo y consistente  a nivel nacional y su lugar como uno de los grandes talentos extranjeros en el balonpie Europeo estaría asegurado, como le ha ocurrido merecidamente a Yaya Toure.    




[1] Temporalmente me refiero a la generación que integró la selección Colombia desde  la Copa América en Argentina 1987 hasta el mundial de Francia 1998.
[2] De la  época  de los cuarenta,  el único caso medianamente exitoso de un colombiano en un club extranjero fue el de Efraín “Caimán” Sánchez que integró el Club San Lorenzo de Almagro de 1948-1949, con relativo éxito.
[3] Este fenómeno conocido como El Dorado, fue el resultado de la traída casi ilegal de jugadores principalmente desde Argentina, aprovechando una huelga de futbolistas contra el peronismo y se desarrolló entre 1949 y 1953.
[4] A este respecto podemos nombrar al Deportivo Cali  como el primer club colombiano que llegó de la mano de Carlos Salvador Bilardo a la final de la copa Libertadores de América en 1978,  que perdió con Boca Juniors por un marcador de 4 a 0.
[5] El fútbol total se origina con la selección de Holanda de 1974 que dirigió  Rinus Michels,  siendo Cruyff jugador de la misma
[6] Cruyff fue técnico del FC Barcelona entre 1988 y 1996.
[7] Pero esta no era la primera ni la última vez , que Freddy Rincón hacia algo semejante, Por ese entonces él hacia parte del América de Cali , que era dirigido por el Doctor Gabriel Ochoa quien como buen conocedor del futbol, fue uno de los primeros que reconoció en voz alta la genialidad de Freddy Rincón. Su carrera en el futbol fue así: Santa Fe 1986- 1988, América 1989-1993, Palmeiras 1994, 1996, Napoli 1994-1995, Real Madrid 1995-1996, Corinthians 1997-2000, Santos 2000-2001, Cruzeiro 2001.
[8] Freddy Rincón debutó como profesional en 1986, como defensa central, hecho que modificó Jorge Luis Pinto durante su paso como técnico de Independiente Santa Fe, (1986-1987).