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miércoles, 10 de abril de 2019


 UNA COPA AMÉRICA BIPARTITA PARA UN PAR DE GOBIERNOS ENDEBLES


Es un hecho, la Copa América del 2020 se realizará entre Colombia y Argentina, los grupos se dividirán en dos zonas y los partidos inaugural y final se realizaran en cada una de las sedes. Desde la postulación por parte del gobierno colombiano hecha el pasado 5 de abril los dirigentes de nuestro país siempre prestos a servir al mejor e inmediato postor partieron hacia Brasil para oficializar una candidatura única, cosa que la dinámica burocrática de la CONMEBOL convirtió en un torneo compartido para los dirigentes y bipartito para los aficionados.

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postulación del gobierno colombiano  para la Copa America
A primera vista este torneo es conveniente para todos los interesados: los dirigentes extranjeros podrán saciar su habitual sed de dinero con la exención de impuestos ofrecida por el gobierno Duque y los dirigentes criollos buscarán algo legitimidad local luego de los escándalos de acoso sexual en las selecciones femeninas, los gobiernos le darán un baño de popularidad a sus desgastadas imágenes, los canales de TV podrán llenar sus espacios con contenidos en horas donde los ratings son bajos y moverán el difícil mercado de la pauta comercial y los aficionados tendrán a sus dos selecciones nacionales en sus territorios.  

No obstante, esta inusual designación y el desmesurado apoyo a la iniciativa de las federaciones por parte de los gobiernos locales pone de manera casi inmediata los contextos políticos de ambos países sobre la mesa. Y al respecto hay varias cosas en común, la principal la baja popularidad, tanto Mauricio Macri e Iván Duque representan una derecha que  atraviesa momentos difíciles, el primero una crisis económica inminente “suavizada” por el multimillonario y polémico crédito hecho por el Banco Mundial y el segundo por su evidente ausencia de liderazgo y claridad para el manejo de las crisis sociales. Además, ambos son figuras mediáticas que van en franca decadencia respecto del encanto que los llevó a figurar como celebridades políticas renovadoras y recatadas. Tanto en Argentina como en Colombia las reformas tributarias y pensionales están a la orden del día, y su lucha por conformar inútilmente mayorías en el senado es recíproca. Tanto Macri como Duque son dos neoliberales que les preocupa su imagen en las redes sociales y les interesa tener aliados en los medios de comunicación que articulen sus discursos de renovación radical, en el caso de Duque con su confusa “economía naranja” y en el caso de Macri con su persecución con cámaras de TV a la corrupta administración Kirchner.


la selección Colombia ganó la Copa en 2001 
Por lo anterior se puede inferir que un evento deportivo como la Copa América es un bálsamo para dos gobiernos que comparten la necesidad imperiosa de lograr la popularidad de sus antecesores. Lo anterior hace rememorar la clásica y anquilosada estrategia propia de los regímenes populistas (desde las dictaduras hasta el chavismo) que han optado por involucrarse directamente en los eventos deportivos y convertirlos en actos de propaganda del gobierno que los organiza usando como herramienta los siempre útiles sentimientos patrios en función de los términos e intereses partidistas. Lo cual resultaría por lo menos contradictorio para dos figuras que se autodenominaron como jóvenes y transformadoras de las viejas maneras de hacer política en sus respectivos contextos.

La Copa América ha transitado a lo largo de la historia deportiva de nuestro continente por los ambiguos límites de lo público y lo privado, atraves de los intereses políticos que han condicionado, aglutinado y transformado constantemente el discurso sobre el “sentimiento nacional” y la “unidad nacional” de la sociedad desde y hacia el fútbol, y si bien pareciera una relación natural e indisoluble la forma como se ha desarrollado esta  debería y podría desarrollarse bajo otras condiciones menos nocivas para los ciudadanos cansados del oportunismo político y la demagogia de los gobiernos de derecha e izquierda. Cabe preguntarse entonces, ¿aún está lejos el día en que no haya una manipulación desde los intereses de un gobierno hacia un espectáculo popular como el fútbol?. La respuesta a esta pregunta es incierta más teniendo en cuenta nuestra “minoría de edad” en el desarrollo y fortalecimiento de las ciudadanías que permitan establecer de manera clara los pesos y contrapesos entre el interés de un sector importante de la sociedad y los intereses partidistas e ideológicos de un sector que detenta el poder. Las democracias en Latinoamérica tienen un matiz particular en la forma en que funcionan, no obstante, deben apuntar a la participación activa de sus ciudadanos en sus instituciones para pasar de la ambigüedad normativa al establecimiento de normas prácticas y claras respecto de los intereses particulares y colectivos sobre fenómenos socio-históricos como el fútbol entre otros.    
    
Antes y ahora parece imponerse una sola verdad: la Copa América ha pasado de mano en mano de boca en boca y  todos quienes han bebido de sus caudalosas y populosas aguas de fútbol se han sabido saciar.
                                                                                                        
Una petición: 

Como de parte del inmenso grupo de aficionados al fútbol tendría dos humildes peticiones para este evento: primera, que la mascota del evento no sea de los mismos creadores ni de la misma familia cósmica de Ameriko”, la mascota de la Copa América de 2001 y segunda: que las selecciones que participen en esta parte de la copa traigan sus oncenos titulares para que la selección nacional pueda competir en igualdad de condiciones y no solo se conforme con ganarle a selecciones de suplentes como sucedió también en 2001.


"Ameriko" la mascota de la Copa America de 2001