¡¡BUSES
A TODOS LOS BARRIOS¡¡.EL GOBIERNO COLOMBIANO Y SU PRETENSIÓN PARA EL MUNDIAL DE FÚTBOL DEL 2030
El pasado 14 de septiembre el presidente de Colombia Iván Duque anuncio ante una multitud que su gobierno junto con el de Perú y Ecuador
se unirán para postularse ante la FIFA como sedes del mundial de fútbol de
2030. Lo intempestivo del anuncio tomó por sorpresa inclusive a los comentaristas de fútbol criollos que en
su mayoría mostraron desconocimiento y escepticismo frente a la propuesta del mandatario. El mediático giro de tal anuncio tuvo el efecto
contrario al esperado por el gobierno, pues no pasó de ser calificado para una gran mayoria en las redes sociales como uno de los tantos delirios de grandeza y
originalidad de los que nos tiene acostumbrados el mandatario en su primer año
de gobierno. Fue así como con el paso de las horas, esta propuesta se unió a las ya múltiples salidas en falso de un
gobierno atrapado en sus limitaciones e incoherencias y obsesionado con los
espectáculos y las primeras planas de los medios de comunicación.
Pareciera además, que el gobierno se empeñara en abrir como
una estrategia más de su discurso político heridas donde hay cicatrices. La
designación de Colombia como sede de un mundial de fútbol no es nueva de hecho,
se dio en 1974 a partir del esfuerzo del presidente de la federación de fútbol
Alfonso Senior Quevedo (1912-2004), quien hábilmente consiguió el apoyo del entonces
presidente de la FIFA Joao Havelange para
que en 1986 se realizara el mundial de futbol en tierras colombianas.
Las sucesivas administraciones de Alfonso López Michelsen (1974-1978), Julio
Cesar Turbay (1978-1982) y Belisario Betancourt (1982–1986) evitaron cumplir la
palabra empeñada para apoyar decididamente el proyecto ideado e impulsado por
Senior. Lo cual traería a la postre una de las más grandes frustraciones a
una generación de futboleros que
alcanzaron a soñar el nombre de su selección junto a los grandes pero se
tuvieron que conformar con la realidad de un país aislado del mundo y encerrado
en los conflictos producto de la insurgencia , la corrupción, la burocracia y
el narcotráfico. Finalmente, el 26 de octubre de 1982 Belisario Betancourt
enarbolando el interés nacional frente a
los de una multinacional declinó la posibilidad
que había logrado Alfonso Senior 8 años antes (VER), por considerar sus pedidos
exagerados y pretenciosos:
*PRINCIPALES PETICIONES DE LA FIFA PARA EL MUNDIAL DE 1.986
-12 estadios con capacidad mínima para 40.000 espectadores. (Con
dificultad El Campín y el Pascual Guerrero alcanzaban esa cifra).
-4 más, con capacidad para 60.000 (Gracias a ello se construyó
el Metropolitano de Barranquilla).
-2 de 80.000. (Aún ‘no los hay’).
-Congelamiento de tarifas hoteleras a partir del primer día de
1986 para los honorables dignatarios de la Federación Internacional de Fútbol
Asociado. (Quizá el menos difícil de todos).
-Un moderno tinglado de telecomunicaciones en la capital.
(Tampoco del todo imposible).
-La emisión de un decreto que legalizara la libre circulación de
divisas internacionales en el país. (Decisión dependiente de la buena voluntad
política de la clase dirigente).
-Una robusta flota de limusinas a disposición de los directivos
de la entidad. (Aún hoy, dos décadas después, Bogotá tendrá a lo sumo una o
dos, razón logística que obliga a todos los asistentes a los Premios Tv y
Novelas a ser recogidos por la misma).
-Una red de trenes que permitiera comunicar a todas las sedes.
(Con la connivencia de buseteros intermunicipales y del gremio transportador, la
movilidad ferroviaria en el país se estaba muriendo de inanición desde hacía
mucho tiempo, y evidentemente Velotax, Flota la Macarena y Expreso Bolivariano
no estaban en capacidad de satisfacer la totalidad de la demanda mundialista).
-Aeropuertos con capacidad
para el aterrizaje de aviones tipo jet en todas las sedes (El Aeropuerto El
Edén de Armenia a duras penas servía para estacionar la avioneta de Carlos
Ledher).
-Una red decente de
carreteras que permitiera el fácil desplazamiento de la afición (Escenario
bastante remoto, teniendo en cuenta que sólo hasta la presente década se
completó la licitación de la troncal Bogotá-Girardot, a favor de los Nule).
Han pasado 37 años de aquel episodio y como suele suceder
en nuestra historia reciente no aprendemos de los errores cometidos,
especialmente nuestra clase política que adolece de autocrítica y memoria y
como costumbre suele usar el deporte como último recurso para salvar las “naves
quemadas” de su popularidad. Hoy el escenario es radicalmente distinto pero
solo en apariencia pues los problemas sociales que enfrentaba la sociedad
colombiana durante la década de los setenta y ochenta si bien han mutado siguen
permaneciendo en el escenario político y social pero con la excepción, claro está, de que quien está al frente del primer
cargo del país es un político con un perfil más que obediente a su partido político
y entusiasta a mas no poder en sus discursos autocomplacientes y mediáticos que
siempre buscan cambiar el foco de atención sobre sus debilidades para ponerlo
sobre sus quijotescas obras.
El anuncio de la candidatura conjunta de Colombia parece
ser nada más y nada menos que un giro discursivo que está muy lejos de
materializarse y más bien parece un subproducto de un populismo 2.0 que
simplemente se diferencia del clásico populismo por sus positivos slogans de
promoción. Para el ambiente del fútbol fue sorpresivo que dicha candidatura
viniera de un político y no de un dirigente deportivo como sería lógico, porque si nos remontamos a la década del setenta y anteriores quien detentaba el avance de
nuestro fútbol fue Alfonso Senior
Quevedo, un visionario del deporte colombiano que logró convertir un fútbol
limitado y anodino en la meca del fútbol latinoamericano, Senior fue el
orquestador del “Dorado” (1949-1953), el periodo más famoso y exitoso en la
historia de nuestro fútbol. En este caso, el orden de los factores si altera el
producto porque existe un abismo entre la credibilidad y conocimiento de cualquier dirigente deportivo actual (en este caso de menor calado e importancia frente a las figuras ya extintas de Senior o León Londoño) que está dentro del deporte frente a alguien que ha hecho su vida
política atraves de favores y ha logrado su
puesto por la decisión de un tercero, también político.
Por otro lado, si hiciéramos una evaluación anacrónica de la Colombia de
2019 respecto a las peticiones del FIFA para el mundial de 1986 nos daríamos
cuenta de que difícilmente lograríamos hacer un mundial de fútbol hoy a pesar
de que la peticiones se hicieron para un evento hace más de 35 años. Creo que
es evidente nuestro lugar frente a las grandes economías y sus altos estándares
de organización e infraestructura que han representado las últimas dos décadas
de la copa del mundo.
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titular del Espectador sobre la decision del gobierno de Betancourt en 1982 |
El mundial de 2030 celebrará los cien años del primer mundial hecho en Uruguay en 1930, pero al parecer el optimista presidente Duque no sabía que antes que nuestro país, Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay (entre otra veintena de países de Europa y Asia) ya habían presentado su propuesta para albergar el evento que celebrara el centenario de la cita más importante del fútbol.
El mundial de fútbol es un espectáculo que la FIFA (desde
la presidencia de Havelange) ha convertido en uno de los negocios más rentables
y apetecidos por las grandes multinacionales y economías del mundo que
publicitan y robustecen sus sectores económicos y al mismo tiempo muestran su
desarrollo material y social. En este negocio y espectáculo global el rol de
Colombia es el de ser un participante de tantos y el de Iván Duque el de ser un
aficionado más.
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Iván Duque en una visita de Estado al Real Madrid C.F |