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jueves, 26 de septiembre de 2019

¡¡BUSES A TODOS LOS BARRIOS¡¡.EL GOBIERNO COLOMBIANO Y SU PRETENSIÓN PARA  EL MUNDIAL DE FÚTBOL DEL 2030



El pasado 14 de septiembre el presidente de Colombia Iván Duque anuncio ante una multitud que su gobierno junto con el de Perú y Ecuador se unirán para postularse ante la FIFA como sedes del mundial de fútbol de 2030. Lo intempestivo del anuncio tomó por sorpresa inclusive a  los comentaristas de fútbol criollos que en su mayoría mostraron desconocimiento y escepticismo frente  a la propuesta del mandatario. El  mediático giro de tal anuncio tuvo el efecto contrario al esperado por el gobierno, pues no pasó de ser calificado para una gran mayoria en las redes sociales como uno de los tantos delirios de grandeza y originalidad de los que nos tiene acostumbrados el mandatario en su primer año de gobierno. Fue así como con el paso de las horas, esta propuesta se unió a las ya múltiples salidas en falso de un gobierno atrapado en sus limitaciones e incoherencias y obsesionado con los espectáculos y las primeras planas de los medios de comunicación.  


Pareciera además, que el gobierno se empeñara en abrir como una estrategia más de su discurso político heridas donde hay cicatrices. La designación de Colombia como sede de un mundial de fútbol no es nueva de hecho, se dio en 1974 a partir del esfuerzo del presidente de la federación de fútbol Alfonso Senior Quevedo (1912-2004), quien hábilmente consiguió el apoyo del entonces presidente de la FIFA Joao Havelange para  que en 1986 se realizara el mundial de futbol en tierras colombianas. Las sucesivas administraciones de Alfonso López Michelsen (1974-1978), Julio Cesar Turbay (1978-1982) y Belisario Betancourt (1982–1986) evitaron cumplir la palabra empeñada para apoyar decididamente el proyecto ideado e impulsado por Senior. Lo cual traería a la postre una de las más grandes frustraciones a una  generación de futboleros que alcanzaron a soñar el nombre de su selección junto a los grandes pero se tuvieron que conformar con la realidad de un país aislado del mundo y encerrado en los conflictos producto de la insurgencia , la corrupción, la burocracia y el narcotráfico. Finalmente, el 26 de octubre de 1982 Belisario Betancourt enarbolando el interés nacional  frente a los de una multinacional declinó la  posibilidad que había logrado Alfonso Senior 8 años antes (VER), por considerar sus pedidos exagerados y pretenciosos:

*PRINCIPALES PETICIONES DE LA FIFA PARA EL MUNDIAL DE 1.986

-12 estadios con capacidad mínima para 40.000 espectadores. (Con dificultad El Campín y el Pascual Guerrero alcanzaban esa cifra).
-4 más, con capacidad para 60.000 (Gracias a ello se construyó el Metropolitano de Barranquilla).
-2 de 80.000. (Aún ‘no los hay’).
-Congelamiento de tarifas hoteleras a partir del primer día de 1986 para los honorables dignatarios de la Federación Internacional de Fútbol Asociado. (Quizá el menos difícil de todos).
-Un moderno tinglado de telecomunicaciones en la capital. (Tampoco del todo imposible).
-La emisión de un decreto que legalizara la libre circulación de divisas internacionales en el país. (Decisión dependiente de la buena voluntad política de la clase dirigente).
-Una robusta flota de limusinas a disposición de los directivos de la entidad. (Aún hoy, dos décadas después, Bogotá tendrá a lo sumo una o dos, razón logística que obliga a todos los asistentes a los Premios Tv y Novelas a ser recogidos por la misma).
-Una red de trenes que permitiera comunicar a todas las sedes. (Con la connivencia de buseteros intermunicipales y del gremio transportador, la movilidad ferroviaria en el país se estaba muriendo de inanición desde hacía mucho tiempo, y evidentemente Velotax, Flota la Macarena y Expreso Bolivariano no estaban en capacidad de satisfacer la totalidad de la demanda mundialista).
-Aeropuertos con capacidad para el aterrizaje de aviones tipo jet en todas las sedes (El Aeropuerto El Edén de Armenia a duras penas servía para estacionar la avioneta de Carlos Ledher).
-Una red decente de carreteras que permitiera el fácil desplazamiento de la afición (Escenario bastante remoto, teniendo en cuenta que sólo hasta la presente década se completó la licitación de la troncal Bogotá-Girardot, a favor de los Nule).


Han pasado 37 años de aquel episodio y como suele suceder en nuestra historia reciente no aprendemos de los errores cometidos, especialmente nuestra clase política que adolece de autocrítica y memoria y como costumbre suele usar el deporte como último recurso para salvar las “naves quemadas” de su popularidad. Hoy el escenario es radicalmente distinto pero solo en apariencia pues los problemas sociales que enfrentaba la sociedad colombiana durante la década de los setenta y ochenta si bien han mutado siguen permaneciendo en el escenario político y social pero con la excepción, claro  está, de que quien está al frente del primer cargo del país es un político con un perfil más que obediente a su partido político y entusiasta a mas no poder en sus discursos autocomplacientes y mediáticos que siempre buscan cambiar el foco de atención sobre sus debilidades para ponerlo sobre sus quijotescas obras.

Alfonso Senior, el dirigente deportivo más importante de Colombia en el siglo XX 

El anuncio de la candidatura conjunta de Colombia parece ser nada más y nada menos que un giro discursivo que está muy lejos de materializarse y más bien parece un subproducto de un populismo 2.0 que simplemente se diferencia del clásico populismo por sus positivos slogans de promoción. Para el ambiente del fútbol fue sorpresivo que dicha candidatura viniera de un político y no de un dirigente deportivo como sería lógico, porque si nos remontamos a la década del setenta y anteriores quien detentaba el avance de nuestro fútbol fue  Alfonso Senior Quevedo, un visionario del deporte colombiano que logró convertir un fútbol limitado y anodino en la meca del fútbol latinoamericano, Senior fue el orquestador del “Dorado” (1949-1953), el periodo más famoso y exitoso en la historia de nuestro fútbol. En este caso, el orden de los factores si altera el producto porque existe un abismo entre la credibilidad y conocimiento de cualquier dirigente deportivo actual (en este caso de menor calado e importancia frente a las figuras ya extintas de Senior o León Londoño) que está dentro del deporte frente a alguien que ha hecho su vida política  atraves de favores y ha logrado su puesto por la decisión de un tercero, también político. 

Por otro lado, si hiciéramos una evaluación anacrónica de la Colombia de 2019 respecto a las peticiones del FIFA para el mundial de 1986 nos daríamos cuenta de que difícilmente lograríamos hacer un mundial de fútbol hoy a pesar de que la peticiones se hicieron para un evento hace más de 35 años. Creo que es evidente nuestro lugar frente a las grandes economías y sus altos estándares de organización e infraestructura que han representado las últimas dos décadas de la copa del mundo.


titular del Espectador sobre la decision del gobierno de Betancourt en 1982
No obstante, este episodio si bien quedará en los anaqueles de la rocambolesca política nacional también debe llevarnos como sociedad a revaluar los límites y los alcances de los gobiernos frente a los presupuestos y las destinaciones respecto de los eventos nacionales o continentales, máxime cuando el gobierno que dirige a Colombia hoy está vendiendo los activos más importantes del Estado para financiarse. Además también es necesario que los dignatarios como Duque sepan que hay una ciudadanía activa que vigila y castiga a través de las redes y el voto el camino fácil e incierto de la apropiación de los logros de otros (como ha sucedido con los deportistas) para legitimar su mandato. La improvisación y el desconocimiento de un gobierno como el de Iván Duque en áreas como el deporte no se solucionan creando ministerios con nombres populares para adjudicarlos a  tecnócratas neoliberales “amigos de la casa uribista”. Aunque para ser justos, el grado de autonomía de este joven y entusiasta presidente es muy reducido.  
      
poster oficial de la candidatura de la Conmebol para 2030

El mundial de 2030 celebrará los cien años del primer mundial hecho en Uruguay en 1930, pero al parecer el optimista presidente Duque no sabía que antes que nuestro país, Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay (entre otra veintena de países de Europa y Asia) ya habían presentado su propuesta para albergar el evento que celebrara el centenario de la cita más importante del fútbol.   

El mundial de fútbol es un espectáculo que la FIFA (desde la presidencia de Havelange) ha convertido en uno de los negocios más rentables y apetecidos por las grandes multinacionales y economías del mundo que publicitan y robustecen sus sectores económicos y al mismo tiempo muestran su desarrollo material y social. En este negocio y espectáculo global el rol de Colombia es el de ser un participante de tantos y el de Iván Duque el de ser un aficionado más.

Iván Duque en una visita de Estado al Real Madrid C.F