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jueves, 10 de diciembre de 2020

 DISTRITO OCHO

Ese pasquín de Distrito 8 que está en la mesa siempre trae historias raras. La otra vez leí una que se llamaba “La Transformación Local”. Era sobre un viejo llamado Gregorio que se volvió famoso por tomarse una foto con el presidente Kennedy, por allá en el 61 cuando fundaron el barrio. Trabajaba vendiendo lotería y apareció muerto en su casa aquí cerca. Si mal no recuerdo, el viejo se convirtió en un bicho o algo así, o se enfermó del corona-bicho. Igual, no me gustó esa historia. Suficiente tengo con eso que sale en la tele sobre la cuarentena.[1]


[1] Escrito participante de Bogotá en 100 palabras.

sábado, 7 de noviembre de 2020

          LENGUAS DE FUEGO


Una interesante historia sobre cómo el mensaje de Jesús se dispersó por todo el mundo se nos presenta en la biblia: “Durante el día de la Fiesta de Pentecostés, todos estaban juntos en el mismo lugar.  De repente se oyó un ruido desde el cielo, como el de una fuerte ráfaga de viento, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Y vieron aparecer algo similar a lenguas de fuego que se fueron repartiendo y posando, una sobre cada uno de ellos”. Hechos: 2: 1-4.

Como lo muestra esta cita bíblica luego de la muerte material de Jesús, el espíritu santo se multiplicó en lenguas de fuego sobre los primeros practicantes del cristianismo primitivo con el objetivo de que estos adquirieran el manejo de todas las lenguas del mundo y así se multiplicara el mensaje de amor, fraternidad y renovación espiritual. Estos nuevos apóstoles escribieron, oralizaron e iniciaron un proceso que necesariamente se convirtió en disruptivo desde entonces. Muchos de ellos tratando de cumplir su misión murieron perseguidos por sus semejantes negadores de la verdad revelada otros perecieron devorados por los leones dentro de los espectáculos públicos del imperio romano. En el mejor de los casos fueron perseguidos y difamados pública y privadamente.

El episodio de Las lenguas de fuego puede ser interpretado (libre y arbitrariamente, por supuesto) como una bonita fábula sobre la lucidez y su relación con un ambiente conformista. A partir de allí podemos trasladar dicha interpretación a nuestro contexto y encontrar algunos poseedores de la mencionada condición de Lenguas de Fuego. La lucidez no siempre se muestra de manera amable o popular, no siempre sus ejemplos son lo más empáticos, sobre todo en estos tiempos donde la dictadura de la corrección política pretende marcar la pauta ética en buena parte de la opinión pública.

Dentro de la hipotética categoría de Lenguas de Fuego están aquellos intelectuales poseedores de personalidades rocosas, poco simpáticas, con una lengua crítica de sus contemporáneos y que además escriben brillantemente; asimismo, tienen esa facilidad para incomodar con sus presencias a sus detractores o aquellos activistas de lo políticamente correcto.   

Este escrito no pretende evaluar el grado de veracidad o moralidad respecto de los argumentos o de las tesis de las publicaciones de los mencionados. Más bien destacar algunos valores estéticos y contestatarios de los reseñados que han hecho de sus obras y personalidades referentes y/o  paradigmas del panorama académico y político y social del país.

Fernando Vallejo

Fernando Vallejo es uno de los escritores más conocidos dentro y fuera de Colombia. Sus opiniones, libros, películas y columnas siempre tienen como punta de lanza agudas críticas a la realidad nacional y sus correspondientes actores. En sus obras el límite de la crítica no parece mostrarse, más bien parece ser un recurso más que fértil para estructurar una sólida narrativa donde el dolor, la ira, la injusticia, la violencia, el amor y la paradoja juegan una interesante y valiosa interacción que no gratuitamente logran una filiación casi religiosa en los lectores. Vallejo ha dado muestras de ser un estudioso consagrado de los temas que desarrolla en sus obras, las cuales han sido premiadas  y reconocidas por ser prueba de brillantez, sagacidad y especialmente de lo políticamente incorrecto.  

En los últimos años Vallejo ha sido uno de los personajes más activos de la opinión política del país. De hecho, desde el lanzamiento y posterior éxito de la película “La virgen de los sicarios” (de la cual fue guionista) le permitió de manera colateral dar a conocer en Colombia su malograda carrera como director de cine. Además, el escándalo que despertó la cinta en los medios de comunicación tradicionales (y tradicionalistas) del país no opacó el éxito comercial tanto del filme como de la novela. 

Su premio Rómulo Gallegos de 2003 por su magistral obra “El Desbarrancadero” (2001) lo puso  en el panorama de la literatura nacional de la cual hasta ese entonces no era más que un paria. Condición que el autor posteriormente reforzó en los medios de comunicación colombianos; aún recuerdo la parsimonia de sus respuestas en Caracol Radio ante los insultos de algunos oyentes y muchos periodistas que no aceptaban de su lengua de fuego la proclama de su mensaje de ateísmo y fraternidad hacia los animales, de la infinita desgracia de haber nacido en Colombia, de la renuncia a las prohibiciones sobre el deseo y de la lapidación de los políticos, en especial del “granuja” disfrazado de salvador, Álvaro Uribe . En sus respuestas lo rocambolesco y lo honesto convivian sin interferencia alguna. Sus peroratas dejaban en claro la intención soterrada y abierta de crear una leyenda sobre sí mismo haciendo el rol infatigable de “sonsacador de verdades”.   

Respecto a los libros de Vallejo, es importante decir que no es una obligación estar de acuerdo con lo que escribe en sus obras para destacar su capacidad a la hora de crear literatura. Vallejo es un provocador, pero un provocador brillante, obras como “El Mensajero”, “La Puta de Babilonia”, “Almas en pena Chapolas negras”, entre otras así lo demuestran. Su trabajo es transgresor de lo políticamente correcto; es muy difícil no sentirse “tocado” y al mismo tiempo maravillado por la bella prosa que adorna la indignación y la ira que resplandece allí.    

La obra de Vallejo pone de manifiesto la valía de un lúcido pesimista que con una acertada y lapidaria sentencia ha sabido interpretar a la manera de un profeta del fatalismo los tiempos pasados y futuros de este querido país: “Colombia siempre estará peor”

Iván Mejía Álvarez

Iván Mejía Álvarez durante casi dos décadas fue uno de los reyes de la sintonía deportiva en la radio de Colombia. Sus ácidos comentarios sobre la dirigencia del futbol, jugadores, técnicos, periodistas deportivos, políticos entre otros, fueron unos de sus mayores atractivos a la hora de realizar sus famosos programas deportivos del medio día en el AM. Pero fue con la creación del programa deportivo “El pulso del fútbol a finales de 1999 que vino su consagración en el mundo de los medios. La dupla que hizo durante 15 años con Hernán Peláez fue uno de los más grandes éxitos comerciales de Caracol Radio. Pero el “gordo” como es conocido, no solamente se caracterizaba por su criticas mordaces a jugadores, técnicos, directivos, colegas, hinchas y políticos sino además por sus interesantes análisis tácticos que se destacaban por utilizar un lenguaje sencillo y práctico para la audiencia, alejado de las catilinarias pretenciosas de otros periodistas que se autodenominan hasta el día de hoy como “profesores” sin serlo.

Toda su carrera escribió en la prensa escrita. En su última etapa como periodista fue columnista de El Espectador, y su columna “simplemente fútbol”, tenía además de su característico tono crítico  una marcada predilección estilística cercana a la del reconocido periodista español Ramón Besa. Mejía vivió durante la década del 70 dos años en Barcelona como uno de tantos inmigrantes en búsqueda de fortuna, su experiencia no fue en vano, allí conoció el fútbol total de Johann Cruyff y además no desaprovechó su oportunidad ser corresponsal freelance de varias publicaciones colombianas y sobrevivir al mismo tiempo como un sudaca que se le media a todo.

De vuelta a Colombia y durante varias décadas “el gordo” llevó el mote de ser “el periodista más odiado de Colombia”, y sus procesos legales en la fiscalía fueron un hecho habitual en su carrera de radio y tv. Mejía posiblemente sea el periodista deportivo con más demandas y amenazas de muerte en la historia del país. Famosas son sus críticas a “la rosca paisa” en la década del 90 y sus denuncias de corrupción en el futbol colombiano (como los episodios de reventa de boletas por parte de directivos de la FCF en el mundial de Francia 98) y sus guerras dialécticas con el eterno presidente de la Difútbol Álvaro Gonzales, y con los sucesivos presidentes de la Federación Colombiana de Futbol desde 1996 con la malograda presidencia de Álvaro Fina.  

Además de esto, no hay que olvidar que fue Mejía el único periodista que no  hizo parte del sequito de fanáticos y aduladores de José Néstor Pekermán durante su periodo como técnico de la selección Colombia. Es más, hizo manifiesta su inconformidad con la manera en que el técnico hacia las convocatorias de jugadores desconocidos que sospechosamente luego eran vendidos al exterior. Entre 2012 y 2018 años en los que Pekermán fue técnico de la selección Colombia, Mejía denuncio una red de representantes deportivos que usaban la selección para hacer negocios con los pases de jugadores y lucrarse a través de las convocatorias y los partidos amistosos. Dicha red estaba supuestamente encabezada por Pascual Lezcano, familiar y representante de Pekermán.  

A pesar de la intención de Caracol Radio por renovar su contrato, en diciembre de 2018 y luego de 50 años de periodismo Mejía decide oficialmente retirarse de la profesión no sin antes anunciarles a sus seguidores, enemigos y detractores que si bien su voz ya no estaría en el dial, sus trinos seguirían la senda de actitud crítica y  pensamiento independiente y lengua lacerante que siempre caracterizó su opinión. 


Gustavo Álvarez Gardeazábal

El rol más mediático de Gustavo Álvarez Gardeazábal se dio durante su paso por el programa de radio “La Luciérnaga” entre 2006 y 2014. No obstante, dentro de sus amplia producción literaria algunas de sus obras como “El Divino” (1986), “El Bazar de los idiotas” (1974) o la famosa “Cóndores no entierran todos los días” (1972) han sido referentes de la literatura, la tv y el cine hechos en Colombia durante el siglo XX.

Su vida política estuvo marcada por episodios cuasi novelescos muy cercanos a los que casi siempre representa en sus obras, como por ejemplo su destitución como gobernador del Valle por la venta de una escultura, su posterior encarcelamiento por enriquecimiento ilícito en 1999 y el posterior retiro de la visa americana. También ha sido uno de los muy pocos, tal vez el único candidato a un cargo público que se declaró abiertamente homosexual en una época donde era muy complicado asumir públicamente una condición sexual para acceder un cargo de elección popular. Lo cual se dio como respuesta a sus detractores que asumían su incapacidad para asumir el cargo por su condición sexual. Gardeazábal enfrentó solo estas batallas en la década del 90 (sin necesidad de asumirse como víctima o buscando la reivindicación a través de un colectivo justiciero como sucede ahora).

La obra literaria de Álvarez Gardeazábal es una extensión de su personalidad y se caracteriza por mezclar magistralmente lo picaresco con lo atávico y lo popular. Gardeazábal ha sabido explotar las mieles de la polémica en función del reconocimiento de su obra. Su figura mediática siempre ha estado en el ojo del escándalo con sus chismes, comentarios, opiniones, críticas y obsesiones, una de ellas la relación entre el deseo carnal y lo sacrosanto (La Misa ha Terminado, 2014).

Además de su talento como escritor, Gardeazábal ha demostrado astucia para moverse en el mundo político y publicar algunas de sus más oscuras tramas; una de ellas el episodio de la muerte de Pedro Juan Moreno, que para Gardeazábal fue un asesinato provocado por la desilusión del consejero frente a sus copartidarios y su jefe político, lo cual representaba un riesgo para el régimen (de entonces y de ahora). La versión del accidente no fue más que un mal chiste. Hace un tiempo el escritor fue entrevistado por algo que muchos de sus seguidores y detractores creen y su respuesta como la mayoría de sus obras no defraudó :

¿Qué opina de quienes dicen que usted es un gran escritor pero una mala persona?

GAG: Que es muy probable que eso sea cierto. No hay que negar lo que uno es.[1]

Renán Vega Cantor

Renán Vega Cantor es un académico reconocido en el ambiente de las ciencias sociales a nivel nacional. Es un docente laureado y con méritos de sobra para desempeñar su trabajo. Más allá de esto, la vista sobre su obra presenta un ejemplo de lo que se podría calificar como la visión más clásica (por no decir la más radical) del marxismo post revolución rusa. 

Vega no es el único marxista declarado de una generación de izquierda que sin duda ha marcado un punto de inflexión en nuestro país. Tampoco es menos cierto que después de la caída formal de la Unión Soviética en 1991 y el fin de la mayoría de partidos comunistas la mayoría de intelectuales de izquierda en general  y comunistas en particular buscaron y lograron migrar de ideología y hacer un “borrón y cuenta nueva” dentro del nuevo orden mundial, sus bibliografías y dentro de sus hojas de vida.  Vega lejos de integrar esta migración ideológica y fiel a sus convicciones no solamente se mantuvo dentro del marxismo clásico sino que radicalizó sus posturas frente al capitalismo y al imperialismo estadounidenses y los movimientos políticos y económicos como el neoliberalismo. No obstante, fueron ambiguas sus posturas a la hora de criticar las contradicciones ideológicas y económicas de fenómenos dialécticos y populistas como el “socialismo del siglo XXI”.   

Algunas de sus publicaciones presentan un interesante desarrollo dentro de su trabajo como historiador, me refiero a “El Panamá Colombiano en la Repartición Imperialista” y los cuatro volúmenes de “Gente muy rebelde”. Este último (aunque más ambiciosos en su desarrollo y temas tratados) inspirado metodológicamente en “Gente poco corriente” de Eric Hobsbawm. Este hecho que fue  mencionado en una reseña del Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, originó una vehemente respuesta de Vega que inició así:Aunque no tengo la costumbre de responder reseñas, porque me parece que debería dejarse proceder sin restricciones a la crítica cuando es independiente y seria, he creído necesario referirme al comentario de Ricardo Sánchez sobre Gente muy rebelde que apareció en el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura No. 31, por su irresponsabilidad y su falta de rigor”.[2] Sobra decir que Vega es un polemista por vocación frente a sus contradictores.

Tanto sus obras como sus clases cuentan con un tono irónico, crítico, contestatario y la verdad no aparece a la vista un cambio sustancial en su discurso sino más bien, una profundización y diversificación de sus catilinarias antimperialistas y anticapitalistas del mundo actual.  Lo cual además de marcar un estilo permite una visión disonante pero legítima desde la interpretación marxista de la historia. Figuras como las de Renán Vega son necesarias y útiles dentro y fuera de la academia porque presentan otra visión , otra narrativa ideológica que en el ejercicio del análisis son imperativas para fomentar un diálogo amplio y democrático sobre nuestra realidad nacional y global. Vega es un intelectual riguroso, un poco dogmático, no obstante, su voz y comentarios y opiniones alimentan el fuego del debate político que siempre debería luchar por ser democrático especialmente con los críticos implacables de los valores que le dan sentido al sistema; uno de ellos, el profesor Vega.

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Estos son los primeros integrantes de una selecta lista donde las personalidades brillan además de su conocimiento, trabajo y mérito por la acidez de sus postulados y por lo incendiario y luminoso de sus lenguas aun a pesar de la verdad relativa de sus afirmaciones y posturas. 

[1] https://www.semana.com/nacion/articulo/en-plata-blanca-con-gustavo-alvarez-gardeazabal/377276-3/

[2] Ver: https://www.redalyc.org/pdf/1271/127112581026.pdf

jueves, 8 de octubre de 2020

VESTIDO DE CRISTAL

Ahora que lo pienso, esas pesadillas, esas fiebres y ese dolor en el pecho de los últimos tres días no eran por el “corona-bicho”. Yo siempre pensé que alguien que nació en el Barrio Ingles y que desde jovencita tuvo que trabajar de sirvienta en las casas del Norte no le pasaba estas cosas del inconsciente. Eso de soñar y de estar en trances. Soñé ver mi vida entera desde que era niña hasta cuando me les escapé a mis patrones y me vine a vivir aquí en esta pieza con mi tía. Hoy ya lo sé, Ya no más limpiarles a los ricos, ya no más, hoy supe mi destino.... confeccionar una línea de vestidos para licuadoras.



sábado, 3 de octubre de 2020

 DILUVIO


Al Señor Caído no le gusta que lo interrumpan en su sueño eterno y le encarguen de tareas en tierras ajenas. Bachué diosa suprema, sabia y celosa lo había dejado claro a los habitantes de Bacatá desde la última inundación. Por eso, decidió enclaustrarle en su montaña más alta. Pero con la llegada imprevista de la Hermana Muerte los herederos de los hijos fundadores fueron presa del pánico y de las eternas caricias del viento que arrastra el olvido. Por eso, recurrieron al cautivo Señor olvidando a  Bachué, madre primigenia e irascible. Desde entonces no ha parado de llover.    


miércoles, 3 de junio de 2020

ATSUSHI NAKAJIMA, EL ESCRITOR QUE SE CONVIRTIÓ EN GRULLA Y VOLÓ HACIA EL MAR DEL SUR

"Dos mujeres haciendo grullas en origami".Grabado de autor Anónimo

La literatura oriental tímidamente ha tomado una cierta notoriedad en el mercado  hispanoamericano en la última década. Puntualmente Japón lleva la delantera en este aspecto, debido a la notable calidad literaria de los varios escritores del país del sol naciente traducidos al español. No obstante, en Colombia el eco de los autores japonenses no es tan fuerte ni constante salvo uno que otro título de trascendencia global, no ha habido mucho entusiasmo en el ámbito local respecto de la ampliación del catálogo editorial de obras de escritores del país del sol naciente.

Es posible que esto se deba como lo indico el editor Álvaro Robledo en un artículo publicado en la revista Semana[1] a que “aparte de un cambio de percepción en el mundo, ha sido la dificultad para traducir autores japoneses. El japonés es probablemente uno de los idiomas más complejos por varias razones, entre ellas su carácter aglutinante, que proviene de una visión del mundo totalmente diferente de las demás culturas. Su historia se remonta a la religión Shinto, de corte animista y por tanto más cercana al chamanismo, para la que todas las cosas del universo tienen espíritu. Alma, si se prefiere. Y del sincretismo que tuvo esta religión con el budismo. Además de haber sido un país que vivió una suerte de dictadura militar por más de siete siglos. Estas razones, sumadas a una geografía y una topografía difíciles, siempre a merced de terremotos, tifones y tsunamis, y de un área cultivable mínima, hicieron de este país un territorio de personas que creen en la volubilidad de las cosas, en esa impermanencia de la que habla el budismo”. Lo cual aunque válido debe tomarse con beneficio de inventario pues aunque es claro que existen marcadas diferencias culturales entre Japón y Colombia no hay que olvidar que luego de la segunda guerra mundial y la decadencia del imperio japonés, es decir luego de 1945, la cultura expresada en los productos culturales del Japón se ha unido en masa y de manera cada vez más amplia al mercado de consumo cultural de occidente. Basta mencionar el auge de los animes, el manga, los videojuegos además de la gastronomía y la amplia gama de tecnología japonesa, entre muchos otros productos. Por tanto, es posible que este fenómeno se deba especialmente al temor económico de las grandes editoriales por aventurarse a invertir y promocionar a una literatura compleja y “desconocida” que además cuenta con un canon estilístico un tanto diferente al occidental en nuestro continente, es decir, abstenerse ante el alto costo económico de innovar en un mercado que ya es rentable con los autores locales. Situación diametralmente opuesta frente a mercados como el español, donde “la nueva ola de la literatura japonesa[2] ha sido un hecho en constante aumento y rentable desde hace casi una década.

Atsushi Nakajima
En este contexto, Hermida Editores es uno de esos sellos editoriales independientes españoles que se ha atrevido a publicar en nuestra lengua a un autor ya clásico de la literatura nipona; Atsushi Nakajima (Tokio, 1909-1942) es uno de esos escritores que hace parte de este grupo y que sin salirse del canon de los clásicos modernos y de postguerra ha dejado en su obra una marca interesante de estilo que se desarrolla mezclando las influencias de los escritores de occidente sin dejar de lado los temas tradicionales de la primera mitad del siglo XX nipón. Durante su corta vida, Nakajima además de ser escritor se desempeñó como profesor, traductor y empleado público del imperio Japonés, que para antes de 1945 extendía sus ambiciones imperiales a lo ancho de Asia continental y a lo largo del pacifico sur.

Tanto “La Mujer Pulpo, cuentos del mar del sur” (2017),  como  El poeta que rugió a la luna y se convirtió en tigre” (2017), son dos útiles e interesantes compilaciones que muestran un magistral y dispar uso de los recursos narrativos por parte del autor y que nos recuerdan especialmente en el segundo libro como modelos narrativos muy parecidos al “realismo mágico” ya existían y eran usados con similar maestría.



“La Mujer Pulpo, cuentos del mar del sur(2017),  Además de contar con una majestuosa portada, (dos pequeños barcos de pesca en el mar) del maestro del grabado japonés del siglo XIX, Katsushika Hokusai , es el resultado de los viajes como emisario educativo del imperio Japonés del autor durante ocho meses por las islas de Palaos en 1942. Este es un libro por decirlo menos, extraño para un lector tradicional occidental, pues digamos que sin pretenderlo trasgrede el enfoque y estructura clásicas de lo que asumimos como un relato corto, un cuento. Es más, me atrevería a afirmar que no debería calificarse como una recopilación de cuentos, sino más bien como el interesante diario de un viajero, que no es poca cosa teniendo en cuenta los escenarios sociales y culturales que describe.

De hecho, el cuento titulado “el matrimonio”, es un relato originario de la tradición oral de los nativos de las islas de Palaos y es el único que se podría ubicar dentro del ámbito de la estructura del cuento clásico. Al tiempo que avanza la historia de un matrimonio disfuncional y mediado por la actitud servil y cobarde de un marido frente a una mujer fuerte, infiel y tremendamente celosa (la mujer pulpo),nos enteramos cómo funcionan los códigos de elección sexual y de pareja entre las diferentes aldeas y de cómo son las mujeres solteras las que se desplazaban hacia pequeños lugares frecuentados solo por hombres casados y solteros, denominados a-bai, donde ellas les servían con el objetivo de escoger de ellos a su pareja sexual y afectiva. Más interesante aun es leer como se dirimen los conflictos del amor, en este caso, entre dos mujeres que deben enfrentarse a mano limpia y la ganadora se lleva como premio al hombre en cuestión frente a los habitantes de la isla que actúan como un jurado imparcial durante la contienda.

Los demás relatos son muy útiles por las múltiples visiones que ofrece  a partir de la anécdota y el diario respecto de los nativos y su contexto social, mostrando además del carácter colonial del imperio y el occidentalismo consumado del autor una variopinta visión de las diferentes costumbres de las personas que se cruzan en su camino . Este libro es un interesante documento sobre las poblaciones, sus tradiciones y sus prácticas sociales como colonias y como pequeñas sociedades aunque aisladas del origen de los conflictos de entonces depositarias de las consecuencias geopolíticas de los mimos.

Quiero destacar los necesarios y afortunados epílogos escritos por la traductora Makiko Sese en ambas compilaciones. Porque son un importante aporte para el lector neófito del trabajo de Nakajima, de hecho, ella lo fue cuando inicio la traducción de ambas compilaciones. En estos epílogos hay un estructurado recorrido biográfico del autor y una acertado y muy sucinto resumen de las luchas y cesiones imperiales desde antes del siglo XIX entre España, Alemania y Japón sobre los territorios de Palaos, las islas Truk, las islas Carolinas y las islas Marshall, Es decir, Los hoy Estados Federados de la Micronesia, La Republica de las Islas Marshall, La Republica de Palaos y la Mancomunidad de las Islas Marianas del Norte. Conforme va avanzando la narración el lector puede ver como quien escribe pasa de ser una neófita a una seguidora consumada que toma la decisión de emprender un viaje por los parajes y los lugares en los que Nakajima vivió y padeció y escribir sobre ello.


En “El poeta que rugió a la luna y se convirtió en tigre” (2017) encontramos la compilación de ocho cuentos que mezclan transversalmente lo mágico, lo tradicional y algunos temas discursivos del siglo XX, como el que se refiere a la función del lenguaje a partir de la aparición del espíritu de las letras en “La catástrofe de las letras”. También podemos toparnos con una historia donde las fabulas tradicionales y la metamorfosis del protagonista se mezclan con la impronta tímida de la ética sintoísta en “La luna sobre la montaña”. Luego, una desopilante historia nos narra la posesión espiritual de un hombre menos que ordinario, que le hace florecer como una especie de juglar para luego ser el centro de un ritual de su comunidad, tal es la premisa de “Posesión”.  En “La momia” la reencarnación es tratada como un hecho paradójico entre la carne viva y consiente de un comandante persa frente a los restos de la momia de un sacerdote egipcio. “El maestro” es una interesante historia de cómo el llegar a la  perfección por parte de un maestro de la técnica del arco trae consigo su repentino olvido. “La felicidad” es una hermosa fábula sobre como la dura vida de un hombre miserable es sublimada atraves de sus sueños. “El hombre búfalo” trata sobre la circularidad del tiempo y la función de la premonición y en “Una historia funesta” la risa sin sentido del protagonista esclarece la funesta influencia de una hermosa mujer al lograr destruir varios reinos.

La agradable conclusión es que cuando lees a Nakajima te das cuenta que la supuesta distancia “insalvable” entre el autor japonés y un lector cualquiera no es más que un afortunado espejismo, porque su narrativa se relaciona con la calidez, profundidad y  naturalidad de un escritor brillante nada ajeno a los mundos literarios creados por Borges, Horacio Quiroga O García Márquez, para citar solo algunos. Su lectura puede tomarse como una cálida introducción a un mundo literario muy rico en sus recursos que para gran parte de los lectores de nuestro continente aun es un territorio por conocer o del que se conocen escasas y extraordinarias joyas (como la obra de Haruki Murakami), dicha necesidad de conocimiento es una condición inevitable, mas si se tiene en cuenta el reciente y expansivo éxito comercial de las traducciones de las obras de García Márquez, Roberto Bolaños, Vargas Llosa y Cortázar entre otros durante las últimas décadas en el mercado editorial oriental. 

En su corta vida Atsushi Nakajima convivió y luchó con el asma y los problemas respiratorios que lo llevaron a morir a la temprana edad de 33 años en diciembre de 1942. Seguramente como alguno de sus personajes su espíritu se ha trasmutado en  la majestuosa grulla y vuela sin descanso siendo uno con la suave e intempestiva brisa que pasea por los parajes más exóticos, por los más variados y por los más tradicionales y mágicos e imaginarios que el joven y entusiasta Atsushi soñó, presenció y describió tan hábilmente.



[1] Revista Semana, “La literatura japonesa revela el alma de las cosas”, 25 de Octubre de 2018.
[2] Publicado en el periódico La Vanguardia en Agosto 13 de 2011.

viernes, 27 de marzo de 2020

LAS EPIDEMIAS DEL 2020 IMAGINADAS POR UNA FAMILIA TELEVISIVA EN 1989

¿Cómo una familia de la televisión de la década del 80 imaginaba el año 2020?. Esta es una breve reflexión sobre las epidemias imaginadas desde una comedia ochentera acerca de los tiempos del coronavirus.



La comedia televisiva “Dejémonos de Vainas” hizo parte activa de la televisión colombiana entre 1984 y 1998; fueron 14 años en los que las peripecias de una familia “cachaca” de clase media inspirada en “postre de notas”, las columnas  de Daniel Samper Pizano (publicadas en la famosa y extinta revista de entretenimiento Elenco y luego compiladas en un libro) marcó altos niveles de rating, popularidad, simpatía e influencia en el variado público urbano nacional. Esta familia estaba conformada por un padre periodista bogotano, una madre ama de casa antioqueña y tres hijos adolescentes (en la primera etapa del programa). Además, de ellos, estaban como personajes secundarios recurrentes, el mejor amigo del padre, un costeño, una tía solterona, clasista y acomodada y por supuesto, la simpática empleada del servicio oriunda de Boyacá.

Dejémonos de Vainas” hizo parte de ese brillante conjunto de novelas y comedias que giraban en torno a las costumbres de la población rural y urbana; su interacción, convivencia y adaptación a un medio que de manera lenta se iba integrando a las dinámicas capitalistas del mundo de entonces; ejemplo de ello, el capítulo de 1985 titulado “problemas con la tecnología”. Donde se muestra la llegada del primer computador de mesa a la familia a partir de la lectura que hizo el padre acostado en una hamaca de “El amor en los tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez, la primera novela del autor escrita en computador y la necesidad del padre de igualarle al momento escribir sus columnas de opinión para el periódico donde trabaja. El traumático pasó de la máquina de escribir al computador que tardaría en los demás estratos sociales más de una década está muy bien descrito con todas las peripecias de entonces. Al final, el computador fue devuelto. Todo un clásico.



Antes de la llegada o más bien la ruptura paulatina en términos de valores y concepciones tradicionales que significó Los Simpson en la televisión colombiana desde 1992 o de la inmarcesible, melodramática y conservadora familia Franco de la serie Padres e Hijos (1993-2009); la familia Vargas fue el ejemplo predilecto en la pantalla criolla respecto de lo que se podría definir como la familia colombiana tradicional; sus situaciones, estereotipos, sus dichos, sus concepciones sobre el mundo, sus prejuicios centralistas y regionales y su humor inteligente fueron los ingredientes de su éxito. No obstante, es de destacar que en esta serie hubo una intención decidida por parte de sus creadores por  involucrar atraves de sus situaciones y personajes los cambios generacionales, sociales, además de las transiciones culturales y políticas que vivía la sociedad colombiana de entonces. En este aspecto “Dejémonos de Vainas” no fue una serie tradicionalista ni estática en sus temáticas, todo lo contrario, mezcló y escenificó magistralmente las contradicciones y la transición familiar y social de la sociedad urbana. Sin duda, esta serie de televisión es un referente útil e interesante también sobre los imaginarios de nacionalidad y de familia que se construyeron a través de la televisión en las dos últimas décadas del siglo XX. 

LOS VARGAS Y El SÍNDROME DEL AÑO 2020

En el capítulo titulado El año 2020” emitido a mediados de 1989, la familia Vargas enfrentó un dilema sobre la salud de sus integrantes en el futuro. Todos los personajes viven una especie de visión apocalíptica de lo que les ocurrirá 31 años después. El origen de esta visión aparece luego de que la hija mayor de la familia, una estudiante de medicina les advierte de los peligros del colesterol en sus cuerpos frente a la ingesta de un suculento plato de fritanga por parte de su padre y su mejor amigo (el costeño).  

La escalada de presagios no se detuvo allí. La hija, la estudiante de medicina, aborda a cada uno de sus familiares para enrostrarles sus malos hábitos y la ausencia de asepsia en sus prácticas diarias, como comer en la cama viendo televisión ó no estudiar y preferir jugar fútbol en el caso de su hermano menor. Su conclusión es obvia: “quien no es pasto del colesterol es pasto de la pereza y el que no es pasto de la pereza, es pasto de la ignorancia”, claramente para ella sus familiares no llegarán al año 2020, mientras ella se visualiza en dicho futuro como “una mujer madura pero interesante, que provoque admiración, que atraiga a los hombres, no como el resto de ustedes (refiriéndose a sus familiares)”.

La epidemia de visiones sobre el futuro 2020 se inician con el padre, quien se ve en una silla de ruedas avejentado e inmóvil, aislado de su familia debido a los estragos del colesterol en su cuerpo frente a él se encuentra su mejor amigo quien en su ensoñación está disfrutando de las mieles del amor maduro con una mujer joven debido a la obediencia que hizo 31 años antes de las recomendaciones sobre el colesterol.      

Las visiones continuaron. La madre imagina el 2020 como la ampliación casi infinita por parte de su hijo menor de la prole familiar ausente de paternalismo y la vida licenciosa y liberada de cualquier código moral por parte de su hija, la estudiante de medicina.  

En cuanto la visión del 2020 del costeño esta se caracteriza por la creación de un harén al servicio de sus más variados deseos, esto es, toda la gastronomía costeña en especial todos los sancochos caribes con bollo de yuca. La tía solterona después de su visión añora la llegada del 2020 pues será ese el año en que su condición de solterona será cosa del pasado y por tanto la eterna juventud invadirá su cuerpo. El hijo menor imagina su futuro (como es esperable a su edad y en ese entonces), siendo fotógrafo de modelos en bikini, no obstante, los libros son importantes para él, son parte de la escenografía. Respecto a la empleada del servicio, esta tiene una interesante y pintoresca visión, pues en ella su hija es la sastre del presidente de la república. Además, ella tiene conductor propio y  como dama de alta sociedad madre de la modista más importante del país, está invitada a la inauguración del aeropuerto de “Aposentos Tuta” su pueblo en Boyacá.

Es interesante como en cada una de las ensoñaciones de las generaciones más jóvenes las ideas de cambio social son explicitas y como los nuevos valores como la liberación sexual y la superación de paradigmas como el matrimonio o el sexo prematrimonial solo dependían del tiempo en sobreponerse a las anticuadas ideas que mostraban su decadencia  simbólicamente en la vejez de sus progenitores. Por otro lado, la “soltería extendida” es vista bajo dos prismas; tanto los personajes del costeño como el de la tía buscan la solución a su condición, para la tía esta solución está en un matrimonio católico y su respectiva prole con el costeño y para el costeño esta solución llegaría en forma de un harem de mujeres caribes en donde el placer carnal se confunde con el placer que él se experimenta con los platos de la cocina de la costa caribe.  
   

El fenómeno que desató entre los Vargas la  predicción y sus consabidas ensoñaciones con carácter apocalíptico fue el de un insomnio colectivo que desnudó sus principales temores sobre su futuro en función del de los demás. La familia preferida de los colombianos de 1989 fue la primera contagiada del que denominaron como “El síndrome del 2020”. 

“El síndrome del 2020” se caracterizó porque en su primera etapa despertaba en sus portadores una ensoñación/delirio sobre su futuro en 2020 para luego insertarlos en un insomnio de varios días que  no respeto ni siquiera la voz sabia de su creadora, la hija estudiante de medicina; además fue el escenario propicio para desnudar sus delirios, sus deseos eróticos mas íntimos, sus deseos reprimidos y sus temores respecto de si mismos y de los demás en aras de la salubridad, el ejercicio y la longevidad. El temor a la vejez y a la decadencia física que esta conlleva y la juventud exenta de limites en función de un cuerpo joven e inagotable están en un constante diálogo que va desde el conservadurismo de los valores imperantes aunque en decadencia de la epoca hasta el realismo patético y tropical de sus protagonistas que magistralmente lo exponen en escena y logran en el espectador un divertimento no exento de autoreflexión, una suerte de risa nerviosa, pero placentera. Sin temor a equivocarme, ambas con carácter de larga duración a la hora de referirnos a nuestros presentes días de cuarentena,incertidumbre y convivencia con nuestros temores, angustias, egos, ensoñaciones y delirios ademas de nuestros familiares mas inmediatos.

Al final del episodio y a la mitad de la noche, la familia decide ingerir la vacuna para este síndrome, esta prodigiosa cura fue el plato aplazado de fritanga. Que los devolvía emocional y físicamente a 1989. El colesterol del plato de fritanga terminó siendo la cura al insomnio y por ende la cura del “síndrome del 2020”.

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Como una premonición que con el tiempo se vio cumplida desde la ficción hacia la realidad, (tal vez, la más puntual) en el minuto 18 del episodio, el padre habla con la madre sobre su futuro juntos y cuando su esposa en la ficción le pide estar con ella en el 2020, él responde: “no está en mis manos cumplirte esta petición… la vida es nuestra y podemos hacer con ella lo que queramos pero, no sabemos cuándo va a acabar”. El actor Carlos de la Fuente que interpretó a Juan Ramón Vargas, el padre de la familia Vargas entre 1986 y 1998, fallecería el 16 de febrero de 2020.